El Rescate de Sanguily



Recién comenzaba el mes de octubre de 1871, época en que la gesta independentista protagonizada por los cubanos frente a los españoles estaba en pleno apogeo, las fuerzas camagüeyanas superaban el período caótico del año anterior, y como no se habían producido acciones de envergadura, el mando militar enemigo aprovechaba para dar la imagen de una supremacía de la que realmente estaban distante.
El Mayor General Ignacio Agramonte había dado órdenes estrictas a sus hombres, instalados en las proximidades del potrero de Consuegra, de no abandonar el campamento, lo que se supone no fue obedecido por el brigadier Julio Sanguily, por ciento que existen diferentes versiones alrededor de los motivos de la presencia de Sanguily en el rancho de Cirila López Quintero, donde fue sorprendido mientras descansaba.

Versión 51 sobre la muerte de Agramonte


Por María Delys Cruz Palenzuela

Hasta el día de hoy existen 50 versiones conocidas sobre la caída en combate del mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, ocurrida el 11 de mayo de 1873 en el potrero de Jimaguayú, al sur de la ciudad de Camagüey.
Entre los años 2005 y 2006 se desarrolló en el propio protrero de Jimaguayú un trabajo de investigación científica sobre el combate en el que perdiera la vida El Mayor, como denominan en Camagüey a su héroe epónimo, convocado por la Oficina del Historiador de la Ciudad, el que corrió a cargo de un grupo multidisciplinario de especialistas en historia e ingeniería militar, cartografía, arqueología e investigadores e historiadores en general, del país y de la provincia encabezados por el coronel retirado Dr. Raúl Izquierdo Canosa, presidente del Instituto de Historia de Cuba, y con la colaboración del arqueólogo español Francisco Javier Navarro Chueca.

Céspedes y Agramonte

El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el
ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de
Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e
imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio
azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la
purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza
como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y
justicias; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aún
quedará en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para
la epopeya. Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de
los hombres sublimes. Otros hagan, y en otra ocasión, la cuenta de
los yerros, que nunca será tanta como la de las grandezas. Hoy es
fiesta, y lo que queremos es volverlos a ver al uno en pie, audaz y
magnífico, dictando de un ademán, al disiparse la noche, la creación
de un pueblo libre, y al otro tendido en sus últimas ropas, cruzado del
látigo el rostro angélico, vencedor aun en la muerte. ¡Aún se puede
vivir, puesto que vivieron a nuestros ojos hombres tales!

Soldado de la libertad

El año 1870 había sido de los más duros y difíciles vividos por Ignacio Agramonte durante la guerra; las contradicciones con Carlos Manuel de Céspedes y el ejecutivo del Gobierno de la República de Cuba en Armas, el desaliento de la actitud traidora de algunos de sus compatriotas, la muerte de su padre en los Estados Unidos lo llevaron a presentar la renuncia al mando de las fuerzas camagüeyanas, al frente de las que estaba desde mediados de 1869.

El Camagüey atravesaba por un período de la guerra muy crítico; la ofensiva y la represeión española se arreciaban en detrimento de las filas mambisas. Es así como Céspedes recibe la propuesta de restituir a El Mayor en su jefatura.

EL REVÓLVER DE EL MAYOR

 El revólver Colt calibre 36, modelo 1851, que perteneció al Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, fue traído a Cuba por el coronel Rafael de Quesada Loynaz, en una expedición a bordo del vapor El Salvador, que bajo su mando arribó por las costas del norte camagüeyano en mayo de 1869.