Céspedes y Agramonte

El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el
ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de
Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e
imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio
azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la
purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza
como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y
justicias; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aún
quedará en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para
la epopeya. Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de
los hombres sublimes. Otros hagan, y en otra ocasión, la cuenta de
los yerros, que nunca será tanta como la de las grandezas. Hoy es
fiesta, y lo que queremos es volverlos a ver al uno en pie, audaz y
magnífico, dictando de un ademán, al disiparse la noche, la creación
de un pueblo libre, y al otro tendido en sus últimas ropas, cruzado del
látigo el rostro angélico, vencedor aun en la muerte. ¡Aún se puede
vivir, puesto que vivieron a nuestros ojos hombres tales!

Soldado de la libertad

El año 1870 había sido de los más duros y difíciles vividos por Ignacio Agramonte durante la guerra; las contradicciones con Carlos Manuel de Céspedes y el ejecutivo del Gobierno de la República de Cuba en Armas, el desaliento de la actitud traidora de algunos de sus compatriotas, la muerte de su padre en los Estados Unidos lo llevaron a presentar la renuncia al mando de las fuerzas camagüeyanas, al frente de las que estaba desde mediados de 1869.

El Camagüey atravesaba por un período de la guerra muy crítico; la ofensiva y la represeión española se arreciaban en detrimento de las filas mambisas. Es así como Céspedes recibe la propuesta de restituir a El Mayor en su jefatura.

EL REVÓLVER DE EL MAYOR

 El revólver Colt calibre 36, modelo 1851, que perteneció al Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, fue traído a Cuba por el coronel Rafael de Quesada Loynaz, en una expedición a bordo del vapor El Salvador, que bajo su mando arribó por las costas del norte camagüeyano en mayo de 1869.