Ignacio Agramonte

De Bonifacio Byrne

Joven y audaz, intrépido y valiente,
Generoso, magnánimo y austero,
Nadie ha sabido como aquel guerrero
En el combate levantar la frente.

Paradero de Las Minas

Napoleón Arango había sido nombrado jefe militar del movimiento revolucionario del Camagüey a raíz del alzamiento de nuestros patriotas en Las Clavellinas el 4 de noviembre de 1868.  Considerándose el gran pacificador; llegó a ir personalmente a Oriente con el pretexto de tomar experiencia de la guerra recién iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en aquel territorio, y si bien es cierto que logró contactar con el Padre de la Patria, sólo fue para tratar de persuadirlo en relación con las posibilidades de establecer negociaciones con el Gobierno español, pero se encontró con la firme e inquebrantable decisión de luchar hasta las últimas consecuencias por la independencia de Cuba.

Aún así, no cejó en su empeño. En Manzanillo, Napoleón contacta con el Conde de Valmaseda, al punto de que algunos historiadores afirman que esta entrevista fue decisiva en la determinación del jefe español de trasladarse inmediatamente para nuestra provincia, convencido de que por mediación de su interlocutor lograría convencer a los camagüeyanos para que abandonaran las armas y retornaran a sus hogares.