Soldado de la libertad

El año 1870 había sido de los más duros y difíciles vividos por Ignacio Agramonte durante la guerra; las contradicciones con Carlos Manuel de Céspedes y el ejecutivo del Gobierno de la República de Cuba en Armas, el desaliento de la actitud traidora de algunos de sus compatriotas, la muerte de su padre en los Estados Unidos lo llevaron a presentar la renuncia al mando de las fuerzas camagüeyanas, al frente de las que estaba desde mediados de 1869.

El Camagüey atravesaba por un período de la guerra muy crítico; la ofensiva y la represeión española se arreciaban en detrimento de las filas mambisas. Es así como Céspedes recibe la propuesta de restituir a El Mayor en su jefatura.

Informado Agramonte de la decisión del Gobierno acepta la proposición, pero antepone como condición que se le den atribuciones e independencia para dirigir la aguerra en este territorio de manera muy similar a como lo hacía el Presidente en toda la nación, por lo que ambos patriotas se ponen de acuerdo y El Mayor reasume el mando el 13 de enero de 1871.

De inmediato Agramonte se consagra a la reorganización de sus tropas y mediante proclama se dirige a los combatientes:

CAMAGUEYANOS
Estoy de nuevo al frente de las fuerzas libertadoras del distrito; espero vuestro enérgico apoyo. Ahora es cuando los verdaderos patriotas deben realizar los más entusiastas esfuerzos para romper de una vez las cadenas que todavía oprimen a Cuba. Poseemos todos los recursos necesarios para triunfar, pero es necesrio ponerlos en ejercicio cona quel valor y aquella abnegación de que hizo alarde nuestro pueblo, aun en los primeros movimientos revolucionarios. El Camagüey se encuentra hoy mhostigado por el enemigo. Seamos todos soldados de la libertaqd. Los que erantes en los bosques son inmolados sin vergüenza y sin gloria forman en el campamento la milicia sagrada e invencible del derecho. El enemigo, más que de buscar el combate, se ocupa de atormentar nuestras familias. Vamos a defenderlas con empeño, no permanenciendo a su lado, para tener que abandonarlas en la hora del peligro, sino pepelando valerosamente. Organizar y disciplinar ejército es preprarlo para la victoria. Convencido de esto, estoy dispuesto a conseguir las ventajas de la organización y disciplina y vosotros me ayudaréis sin duda en esta importante obra. Camagüeyanos: vosotros habeís realizado inmensos sacrificios por la gloria y felicidad de Cuba y es imposible que retrocedáis por el camino que ya está teñido con vuestra sangre. Muy pronto vuestras indomables legiones asombrarán al tirano y demostrarán una vez más que un pueblo amigo de la libertad y decidido a arrostrarlo todo para tenerla, alcanza siempre el laurel inmarchitable de la victoria.
                      Ignacio Agramonte y Loynaz. Enero de 1871.


No podía ser de otra manera, la aceptación de aquel nuevo nombramiento como jefe militar de la División del Camagüey era un acto de inmenso amor a la Patria, de una gran fe en los hombres y en la Revolución.

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